Aunque la antigüedad de la industria de seguros en España y Latinoamérica es imprecisa, desde hace aproximadamente un siglo su consolidación en el mercado sitúa a la prevención de riesgos de diversa índole entre las inversiones cruciales cuando se piensa en calidad de vida.
Y es que una de las mayores ventajas que ha traído la modernidad son los recursos intelectuales y tecnológicos que permiten tomar la delantera respecto a circunstancias que ponen en peligro los valores sobre los que se construye el sentido de la vida.
En la lista figuran la salud, el patrimonio material (propiedades, autos, inversiones y cuentas bancarias) así como el patrimonio intangible que suponen la educación de los hijos o la libertad que les es legada cuando un seguro por fallecimiento cubre los gastos funerarios del padre o tutor.
A estas ventajas se suman las que ofrecen pólizas de seguro que prevén situaciones de riesgo cada vez más específicas, adaptadas al contexto del usuario.
Encontraremos, por ejemplo, que si la cobertura básica de un seguro de coches incluía hasta hace poco garantías como la protección contra robo total o parcial y daños al automóvil; servicios de asistencia como grúas y atención médica de emergencia en caso de accidentes viales y asignaba un indispensable monto por gastos de responsabilidad civil (también denominados daños a terceros), a últimas fechas las pólizas de seguro se adelantan a las situaciones más diversas, abarcando casi por completo los escenarios de riesgo.
Desde incendios intencionales o debidos a fallas mecánicas, pasando por pérdidas a causa de contingencias ambientales (lluvias, granizo, inundaciones y terremotos) hasta circunstancias como ataques terroristas o intervenciones erróneas de las fuerzas armadas en tiempos de paz, algunas de las situaciones previstas en la oferta de las compañías aseguradoras nos habrían parecido impensables hace unos años.
De igual forma, la cobertura de accidentes se amplía y diversifica: se incluyen, por mencionar algunos, incidentes de daños a terceros por el uso de remolques y caravanas, así como daños al vehículo derivados del atropellamiento de animales de caza mayor en carretera. Ciertas pólizas cubren los accidentes sufridos por los hijos del titular y los daños a terceros, siempre y cuando los primeros sean menores de edad.
Siguiendo esta tendencia un seguro de casa puede proteger objetos personales como indumentaria y joyería, brindar seguridad informática a los menores u ofrecer servicios de bricolaje y restauración del mobiliario doméstico una vez al año.