El Grupo ETC, que sigue de cerca los preparativos para la conferencia internacional Río+20, publicó el 15 de diciembre de 2011 el informe ¿Quién controlará la economía verde? En este documento, manifiestan su preocupación por el camino que está recorriendo la llamada economía sustentable, así como por las consecuencias no sólo económicos sino también alimentarias y de salud que están generando la concentración de la producción y el manejo de los recursos destinados para ello.
Gran parte de la cadena que va desde la innovación tecnológica hasta el consumidor final, pasando por la investigación y la producción, están en manos de unas cuantas empresas que haciendo negocios redondos a través de los programas que aplican desde hace unos años tanto los gobiernos como las corporaciones.
Uno de los ejemplos mencionados hasta el cansancio sin que se tomen medidas al respecto se encuentra en el gigante industrial Monsanto. Controla por sí sola el 27 por ciento del comercio de semillas en el mundo, además de que patrocina la mayor cantidad de investigaciones para desarrollar semillas resistentes a los pesticidas, a las plagas y a los cambios climáticos. También realiza amplias exploraciones para aumentar la capacidad genética de los animales para producir alimento, ya sea leche, carne o derivados.
En México, desde 2010 se han quejado los productores de maíz de los estados del norte debido a que Monsanto ha comenzado a experimentar con semillas transgénicas con la aprobación de las autoridades federales. Los agricultores reclaman que la dispersión natural de las semillas contaminará otros cultivos que están libres de manipulación genética.
Asimismo, se han documentado casos en África y otras partes del mundo de la intervención de Monsanto en la entrega de semillas “suicidas”, es decir, granos cuyo ciclo de desarrollo se ha alterado genéticamente para morir cuando han alcanzado cierta edad. La consecuencia más terrible es que, en ocasiones, la semilla suicida consume todos los minerales del suelo y lo esteriliza.
Por otra parte, el creciente desarrollo en materia de biocombustibles va totalmente en contra de las políticas alimentarias más elementales, toda vez que la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha hecho eco de las voces que advierten de una inminente crisis de hambre a nivel mundial.
La cuestión es que para las empresas resulta mucho mejor negocio cultivar alimentos de baja calidad para se procesados y convertidos en combustible, que producir buena comida para alimentar a quienes no tienen dinero para pagarla.
A la lista de los sectores que ponen en riesgo la estabilidad alimentaria y ecológica del planeta pueden sumarse, las cadenas trasnacionales de supermercados, las farmacéuticas, las inmobiliarias y las que desarrollan tecnología sustentable.
Gasolina en lugar de maíz, los ricos necesitan sus coches, sus jet privados, imagínense que mundo seria este si esa pobre gente tendrían un solo coche!!, imposible, y más imposible la idea de que no tengan gasolina, Dios libre y guarde.
Maíz!!, tortillas!!, ellos no comen tortillas, la clase obrera come tortillas, de necios, comen tortilla porque decidieron no comer caviar…..por favor!!!!!!!!
Claro, es lógico pensar que un alimento como el maíz solo sirve para la gente de la clase más humilde y por eso no es importante, hay que salir de la ingenuidad y el desprecio, yo creo que los avances en biotecnología han beneficiado a la sociedad general pero también la han perjudicado: la leche, los huevos, la carne, los vegetales no son ya tan saludables como antes.. además me parece preocupante el centro del post que es la inminente crisis de alimentos, esta afectará no sólo a las clases inferiores, los ricos también serán perjudicados aunque no coman tortillas como dice Augusto.
Yo creo que el desarrollo de biocombustibles es necesario para contaminar menos al medio ambiente, se ha dicho que el diesel perjudica aún más a las personas que la gasolina así que hay que buscar opciones para el desarrollo de combustibles orgánicos.